27-09-2022
Thomas Meyer-Falk
El horror, la tristeza, la rabia, la ira y el sentimiento de desamparo, de impotencia. El estallido a corto plazo de los afectos y la agitación de las emociones por aquí, los sentimientos duraderos y persistentes por allá, y todo esto antes de lo que llamamos estado de ánimo, colorea el fondo de nuestra experiencia, es, por así decirlo, la capa primordial, la base del sentimiento.
Es el calentamiento global, lo que se llama “crisis climática”, como si se tratara de una crisis temporalmente manejable y no de un cambio mundial que se extiende por generaciones, ante cuya lámina deben leerse todos los conflictos posteriores, porque se exige una cooperación que se extienda por el mundo, una unión.
En lugar de ello, se desencadenan guerras horribles, la que nos toca en Europa Central por razones muy diferentes en la zona de Ucrania, pero también en el Kurdistán, en Siria, en Yemen, en muchas regiones de África. Conflictos en Sudamérica, en Asia básicamente no hay región del mundo donde no se libren conflictos militares que, a su vez, provocan aún más horror, dolor, ira y rabia.
Sin olvidar los antagonismos económicos. Tan triviales como existenciales: ¡Ricxs contra pobres! Cada vez más superricxs contra cada vez más superpobres. Cada vez más explotadorxs contra explotadxs.
Las cárceles están llenas también por eso. La gente es encarcelada si no quiere seguir perteneciendo a lxs superpobres. O si la gente va más allá del estrecho corredor que los sistemas gubernamentales mantienen abierto para las protestas para articular su miedo, pero también su ira sobre las condiciones existentes, también son encerradxs. Cuando la gente expresa sus opiniones discrepantes, como ocurre actualmente en Rusia, por ejemplo, puede acabar en campos. También se encarcela a las personas que ya no pueden soportar el brutal presente sin aturdirse, que toman diversas sustancias para evadirse en un colorido mundo de ilusión. Dependiendo del país, se impone incluso la pena de muerte. Y las personas que huyen del hambre o de una situación de vida desesperada, también son encerradas en cárceles, cuando no asesinadas, o se establecen regímenes fronterizos inhumanos que provocan la muerte de innumerables personas.
Las Semanas de la Solidaridad, como esta de agosto de 2022, son un estímulo para lxs que están en las cárceles, así como para lxs que están amenazadxs de ser encarceladxs. Porque es un trabajo contra el olvido. Por regla general, el interés por las personas disminuye cuando su proceso penal ha terminado. Pero la semana solidaria vuelve a poner en el punto de mira los nombres, los rostros y las voces de lxs afectadxs.
Se trata de una tarea de Sísifo, porque el número de presxs aumenta en lugar de disminuir, y todo esto ocurre con el trasfondo de conflictos y disputas existenciales, que a su vez atraen toda la atención.
Tanto más hermoso es que haya personas extramuros que llenen de vida esta semana de solidaridad en agosto y la mantengan viva.
Con saludos cordiales
Thomas Meyer-Falk
JVA(SV)
Hermann-Herder-Str.8
D-79104 Friburgo
Alemania